domingo, 3 de mayo de 2015

Candidaturas (2)

Por orígenes familiares, por edad y por carácter, don Juan es hombre conservador. Por formación es también demócrata radical: defensor intransigente de las libertades y los derechos ciudadanos. Por realismo y experiencia desconfía de los responsables políticos: es partidario de mecanismos institucionales que no les quiten ojo y que no les perdonen ni una. Y, naturalmente, le repugna hasta la náusea cualquier veleidad demagógica... De ahí que su historia electoral sea accidentada y tortuosa.
—Algún día se la contaré —me dice—. Por ahora sepa que nunca he votado al Partido Popular —no por las ideas, sino por no manchar el voto con la mugre de ciertos individuos que entran en el lote—, y solamente voté una vez con los socialistas: en el referendun de la OTAN.
Me quedo con las ganas de preguntar. Él continúa.
—No me gustan los partidos al servicio de una sola persona, pero he votado a UPyD desde el principio. De modo que, cuando apareció Ciudadanos, me alegré. Este es mi partido: derecha aseada, sin pelo de la dehesa ni olor a sacristía. Pero...
Su silencio es incomodidad. Me atrevo a adivinarle el pensamiento:
—¿Que se está llenando de aprovechados? ¿Que es vino viejo en odres nuevos?
Don Juan se sabe el Evangelio al dedillo. Me corrige con ironía:
—Nuestro Señor Jesucristo lo dijo justamente al revés: es malo echar vino nuevo en odres viejos; en lo otro no entró. Y de vinos sabía... Pero lo que usted apunta puede aprovecharse: como moscas a la miel han acudido muchos políticos, algunos amortizados, a ver si aquí hallan cobijo y reviven.
—¿En Almagro también?
—De la lista de Ciudadanos —el nombre merece comentario: otro día— en Almagro solo conozco a Galán. Supongo que, escaldado por su propia experiencia, habrá hecho aposta una lista gris, de personas dóciles que no le levanten la voz. En cuanto a él mismo, será difícil que se sustraiga a dos reproches. Por un lado, la gente del Partido Popular lo considerará traidor: al fin y al cabo el partido le ha dado bastante y él lo paga con un portazo. Por otro, los demás tenemos derecho a considerarlo oportunista: si este ataque de dignidad ofendida le hubiera dado hace cuatro años, nos habría parecido sincero; habiéndole dado en los amenes del mandato, seguramente es el lamento de la zorra: como las uvas del Partido Popular no están maduras, buenas son las de Ciudadanos.
—¿Y la ideología?
Don Juan me mira estupefacto:
—¿Cree usted, de verdad, que en este caso entran las ideas? Me extrañaría: los móviles son mucho más pedestres. Pero démosles el beneficio de la duda: quizá pretendan una nueva política verdaderamente democrática, con líderes elegidos por las bases tras amplio debate, con absoluta transparencia, sin intereses espurios y sin hipotecas. Ojalá.
—Dicen de él que es buen gestor.
—La gestión del Partido Popular ha sido en Almagro muy poco brillante. Y Galán ha tenido una responsabilidad muy alta, al menos sobre el papel. De modo que o bien sus dotes de gestión no son tantos, o bien ha desatendido las tareas. Ninguna de las dos cosas le alaba.
—También dicen que la gente del deporte lo apoya.
—No conozco a la gente del deporte. Ya sabe usted lo poco que me interesa. Pero supongo que entre los aficionados a los deportes habrá opiniones variadas: no va a ser esta la única religión en carecer de herejes. Para mí sería más instructivo saber qué opinan los votantes tradicionales del Partido Popular, los que votarán a Cospedal y a Rajoy: ¿Echarán dos papeletas distintas el día 24? ¿Para Almagro starlux, para Toledo avecrem? Me atrevo a dudarlo. La marca del Partido Popular es todavía atractiva; Galán es un sucedáneo; la gente suele preferir el original salvo que tenga poderosas razones para no hacerlo. ¿Las hay aquí? Lo ignoro.
Le enseño a don Juan en el teléfono una foto de la candidatura. Apenas la mira.
—Como le he dicho, solo conozco a Galán. Pero dos cosas de la foto me desagradan. Una, el sitio. El claustro de los dominicos es el mejor monumento de Almagro; pero pertenece a la iglesia; la iglesia se ha ocupado muy mucho de resaltarlo y de hacer allí su santa voluntad: ¿es que este nuevo partido también se acoge a lo sagrado? ¿Con qué bendiciones cuenta? Y la otra, el atuendo de los varones: ¿a quién le están dedicando el guiño un poco ingenuo de ir sin corbata?


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