domingo, 28 de diciembre de 2014

Noche en blanco

Don Juan estuvo deambulando por Almagro la noche del viernes, esa que llaman Noche en Blanco o Noche Blanca, que los denominadores no acaban de ponerse de acuerdo. Yo no pude: tenía obligaciones familiares.
Hoy me cuenta sus andanzas. Asistió al concierto en el patio de los Palacios Maestrales, una joya; visitó el mercadillo del Hospital de San Juan; en el callejón del Toril hizo algunas observaciones muy agudas sobre ciertos especímenes humanos; bebió chatos de vino en bares atestados; y entró, casi por casualidad porque nadie lo había invitado, en la presentación del último número de la revista Arte y pensamiento de Almagro —que ahora se llama Arte y pensamiento de Campo de Calatrava, como si el nombre lo hubiera puesto algún balcánico de esos que profesan aversión a los artículos—. Me dice que había más autores que público y que todos estaban sentados como en misa, en sillas variopintas que le recordaron las que se ponían en los velatorios. Los oficiantes fueron cuatro, de desigual elocuencia: una joven de prosodia característicamente almagreña, que cedía la palabra a los demás; el editor de la revista, muy puesto en su papel; uno de los articulistas, que leyó un discurso probablemente bien escrito, pero muy mal dicho; y el alcalde. La retórica del alcalde le llama siempre la atención a don Juan; reúne, según él, dos rasgos en apariencia contradictorios: es inane y, paradójicamente, eficaz; inane, porque se aparta poco de los lugares comunes y los argumentarios de su partido; y eficaz, porque suele estar bien dicha, con buena voz, en un tono de familiaridad que gusta a los oyentes, y salpimentada con pizcas de cultura de wikipedia que nunca vienen mal en determinados auditorios. Después de la misa probó la mistela y los dulces por no desairar a los anfitriones, habló con los autores que conocía, alabó sus artículos —aún no leídos, pero estas cosas a don Juan se le dan de perlas—, compró la revista, y se retiró discretamente dejándolos engreírse con sus elogios mutuos.
Hoy, la revista ya estudiada, me dice que los artículos, aunque desiguales, tienen buen nivel, y que unos pocos no desmerecerían en publicaciones de mayores ínfulas. Me promete que los comentaremos. Mientras paga el café y la copa que nos hemos tomado, subraya la labor de Martínez Carrión en este Almagro que muchas veces parece un páramo provinciano: No hay nada igual por ahora, asegura. Y, como el otro día, sostiene que mientras haya gente así todo puede tener remedio.
Para don Juan, cultura quiere decir, casi exclusivamente, cultura escrita, por eso incurre a veces en exageraciones y olvidos flagrantes.

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